La regulación europea de inteligencia artificial, conocida como AI Act, fue aprobada en marzo de 2024, marcando un precedente mundial por ser una de las primeras del tipo. Thierry Breton, comisario europeo, destacaba mediante un tuit el liderazgo de Europa en establecer regulaciones para la IA. Sin embargo, esta ley ha suscitado preocupaciones sobre su efecto potencialmente contraproducente en la innovación dentro del continente, pudiendo poner a Europa en desventaja frente a otros competidores globales en el desarrollo de inteligencia artificial.
Los nuevos modelos de IA, como el Llama 3.1 de Meta, utilizan una cantidad de cálculos (TFLOPS) mucho mayor a lo permitido por la AI Act antes de considerarlos un riesgo sistémico. Esto coloca a dichos modelos en una categoría que implica una revisión adicional por parte de los proveedores para garantizar que no representan una amenaza. La ley busca un equilibrio entre prevenir riesgos sin restringir el progreso, pero existe preocupación sobre cómo esta regulación podría impactar la capacidad de Europa para mantenerse al frente de la innovación en IA.
La cuestión subyacente es cómo gestionar los avances rápidos en IA sin frenar el progreso. La AI Act incluye provisiones para futuras revisiones y adaptaciones, considerando la evolución tecnológica, para reflejar los desafíos emergentes y posiblemente ajustar los umbrales de potencia y clasificación de riesgos de los modelos de IA.
Esto destaca el delicado balance que los legisladores deben encontrar entre regular la tecnología emergente para proteger a la sociedad y permitir la innovación que puede beneficiar enormemente a la humanidad. El tiempo dirá si Europa puede ajustar sus regulaciones para fomentar tanto la seguridad de la IA como su desarrollo.
