Recientemente, ha surgido entre el público una preocupación casi apocalíptica sobre el futuro del Estrecho de Gibraltar, basada en el temor de que este pueda «desaparecer», uniendo así dos continentes y transformando el Mediterráneo en un lago salado o haciendo que desaparezca por la falta de entrada de agua. Estas alarmas se encendieron tras una publicación en la revista Geology, que presentaba un estudio utilizando superordenadores y modelos geodinámicos en 3D para examinar la zona de subducción bajo Gibraltar, analizando si está «muerta» o no.
Según el estudio, liderado por João C. Duarte y otros investigadores de la Universidad de Mainz, aunque el hundimiento de la litosfera oceánica bajo el Arco de Gibraltar previamente se había considerado detenido, nuevos modelos computacionales sugieren que la subducción no está inactiva, sino en un periodo de descanso. Se anticipa que esta zona volverá a activarse, potencialmente alterando la dinámica del Mediterráneo occidental.
Este proceso forma parte del conocido Ciclo de Wilson, que describe la expansión y eventual contracción de los océanos. El estudio sugiere que el Atlántico, un océano joven en expansión, eventualmente experimentará subducción similar a la que ocurrió con el océano Tetis, el antecesor del Mediterráneo. Sin embargo, el inicio de este proceso en el Atlántico, dando lugar a un posible ‘Anillo de Fuego Atlántico’ semejante al cinturón del Pacífico, estaría caracterizado por volcanes y terremotos, y tomaría millones de años.
La fase actual de inactividad se estima que durará aún más tiempo, y la propagación de la subducción hacia el Atlántico podría tardar aproximadamente 20 millones de años, con el desarrollo del nuevo sistema de subducción demorándose hasta 50 millones de años. Por lo tanto, aunque este fenómeno es importante para la comprensión de cómo se ha ido moldeando la Tierra a lo largo de su historia, su impacto en el presente es prácticamente nulo y está lejos de ser una preocupación inmediata para la vida humana.
