La Paradoja de Fermi se centra en la contradicción entre la alta probabilidad de existencia de vida inteligente en el universo y la ausencia de evidencia de la misma. Vojin Rakić, un filósofo serbio, propone que nuestra incapacidad para detectar vida extraterrestre podría deberse a limitaciones en nuestra percepción y cognición, sugiriendo que la vida inteligente podría ser radicalmente diferente a lo que podemos imaginar. Esta «solución de las limitaciones epistemológicas humanas duraderas» implica que los extraterrestres podrían existir en formas que nuestro cerebro no está equipado para reconocer, como conciencias no físicas o inteligencias basadas en materia oscura.
Este enfoque desafía el antropocentrismo que caracteriza muchas de las soluciones previas a la Paradoja de Fermi, que asumen que otras formas de vida inteligente se parecerían a nosotros o usarían tecnologías detectables por nuestros medios actuales. Trasladando este concepto a ejemplos terrestres conocidos como los pulpos, las redes de hongos, o la inteligencia artificial (IA), se ilustra cómo formas de inteligencia totalmente ajenas pueden existir sin que las percibamos.
La comunidad científica, incluido el Instituto de la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI), ha comenzado a reconocer la importancia de abandonar la perspectiva antropocéntrica, ampliando la definición de vida y de inteligencia para incluir posibilidades hasta ahora inimaginadas. La sugerencia es que avanzar en nuestro entendimiento científico y nuestra capacidad cognitiva podría ser clave para trascender nuestras limitaciones actuales y quizás, finalmente, detectar formas de vida extraterrestre que hasta ahora hemos sido incapaces de concebir.
