Argentina ha realizado una significativa adquisición de 24 aviones F-16 Fighting Falcon de Dinamarca, marcando una de las inversiones más importantes en las últimas décadas para su Fuerza Aérea. Anunciada en abril por el ministro de Defensa, Luis Petri, tras una carta de intención firmada en marzo, la compra, valorada aproximadamente en 300 millones de dólares, incluye además armamento, repuestos y un simulador para entrenamiento de pilotos. Los cazas, que se entregaran en varias tandas, empezando por una en el mismo año del anuncio, representan un esfuerzo de Argentina por mejorar sus capacidades de defensa.
Los F-16, aviones de combate supersónicos de alta maniobrabilidad diseñados hace más de 40 años, aún son muy valorados internacionalmente. Estos cazas pueden operar en condiciones climáticas adversas y están equipados para portar un amplio abanico de municiones. Su incorporación suscita preguntas sobre el panorama de poder aéreo en Latinoamérica, donde Brasil lidera con la mayor flota de aeronaves.
Brasil, con 527 aeronaves, se destaca en la región no solo por cantidad sino también por calidad, al operar aviones como los Northrop F-5 y los más modernos F-39 Gripen, estos últimos siendo parte de un nuevo proyecto de producción fuera de Suecia. Chile también es un competidor cercano con varios F-16 y está trabajando en la modernización de su flota.
Argentina, buscando no quedarse atrás, ha hecho esta inversión en F-16 mientras también mantiene operativos aviones tácticos como los A-4AR Fightinghawk y los IA-63 Pampa III, este último producido nacionalmente. Estos movimientos reflejan un esfuerzo continuo por parte de Argentina y sus vecinos para mantener y mejorar sus capacidades de defensa aérea en el contexto de una región cada vez más consciente de la importancia estratégica del poder aéreo.
