Tras estudiar a un millón de personas durante 20 años, estos científicos creen que «ser único» ha pasado de moda. La pregunta es por qué

La exploración de la personalidad humana y su constante cambio arroja luces sobre cómo nuestros deseos, necesidades, miedos e inseguridades se entrelazan, haciendo que cada quien busque su propia identidad o anhele pertenecer a un colectivo más amplio. Un estudio significativo, dirigido por William Chopik de la Universidad Estatal de Michigan, revela una tendencia interesante: desde el año 2000 hasta el 2020, la necesidad de singularidad ha disminuido considerablemente entre más de un millón de participantes encuestados. Este fenómeno sugiere que estamos evolucionando hacia un deseo menor de ser únicos, aunque el estudio indica un leve aumento de esta necesidad en 2020, posiblemente vinculado a la pandemia, sin que se profundice en el tema.

Las hipótesis para explicar esta tendencia varían. Una señala al incremento de la ansiedad social como un factor que impulsa a las personas hacia la búsqueda de seguridad y aceptación dentro de su grupo. Paralelamente, se plantea la influencia de internet y la posible reticencia a exponer públicamente creencias que podrían ser castigadas en entornos digitales. Sin embargo, una interpretación más positiva sugiere que el acceso a comunidades en línea donde es fácil encontrar personas con intereses y opiniones afines podría estar satisfaciendo nuestra necesidad de singularidad de manera más efectiva que antes.

Este análisis abre puertas a una comprensión más profunda de cómo la digitalización y los cambios sociales influyen en nuestra percepción de la identidad personal y el deseo de unicidad. Aun así, reconoce la complejidad de definir causas y efectos precisos en el comportamiento humano a lo largo del tiempo, dejando espacio para futuras investigaciones que profundicen en estas dinámicas.