Una fábrica en Irlanda hizo fortuna vendiendo fórmula de bebé a China. Hasta que los chinos dejaron de tener hijos

La crisis demográfica de China tiene implicaciones globales, donde incluso localidades distantes, como Askeaton en Irlanda, se ven afectadas directamente. Askeaton prosperó gracias a la demanda china de leche infantil, alimentada por una fábrica de Nestlé, apodada la «cocaína blanca» del lugar por su lucratividad. La repentina caída de la natalidad en China, de 18 millones de nacimientos en 2016 a solo nueve millones en 2023, y la consecuente disminución en la demanda de leche infantil extranjera, llevaron a Nestlé a cerrar la planta, impactando significativamente la economía local y el empleo.

Más allá, la situación refleja una dependencia preocupante hacia China, no solo en términos comerciales sino también de conocimiento técnico. La planta de Askeaton sirvió de aprendizaje para auditores chinos, evidenciando una transferencia de tecnología que culminó con la apertura de una planta gemela en Suzhou, China. Mientras Nestlé justificaba el cierre por la caída de la natalidad, en realidad, marcaba el logro de China hacia la autosuficiencia en la producción de leche infantil.

El cierre de la planta en Askeaton dejó una «cicatriz visible», con despidos y una notable pérdida para la comunidad que dependía de la fábrica. Este evento ilustra cómo la globalización y la dependencia de un solo cliente o mercado pueden llevar a la vulnerabilidad económica. En última instancia, Askeaton y su «cocaína blanca» se convirtieron en un símbolo de una lección amarga sobre los riesgos de concentrar la prosperidad en un solo cliente externo, en este caso, el mercado chino.